Hace algunas semanas te contaba que estaba pasando por una
racha muy amarga en mi maternidad.
Agitación del amamantamiento que me producía rechazo con mi hijo a todas horas. Si no lo leíste,
aquí puedes hacerlo. Ahora, vengo a contarte el
final de esta historia. O al menos, el final provisional, ya sabemos que las cosas con los peques cambian muy a menudo, según pensamos que le hemos cogido el truco a algo, al día siguiente todo cambia. Si por algo se rige esta aventura de ser padres es por el continuo cambio de las situaciones y de nosotros depende adaptarnos a ellas o no. En mi caso, tomé la decisión de llevar a cabo el
destete nocturno, con el "método padre",
como te cuento en este post al que te hacía referencia. Una decisión que me costó mucho tomar, después de muchas y diferentes etapas no muy agradables.
Llevar a cabo cualquier tipo de destete no es
nada fácil. Si lo decide el peque, por mucha tristeza que tengamos nosotras es mucho más agradable y llevadero, no hay broncas con él ni conflictos. Pero cuando quien lo decide es la madre, por la razón que sea, suele ser bastante más difícil.
En mi caso estaba muy desbordada y no había sido capaz de tomar la decisión, pero llegó un momento en que era la
única salida que veía. Y lo llevamos a cabo con
determinación. Si decides en algún momento llevar a cabo el destete tienes que tenerlo muy claro y tener mucha convicción, puesto que se pasan situaciones muy difíciles y hay que seguir adelante para terminar con éxito la tarea. Si tienes el apoyo de tu pareja y él te ayuda, mucho mejor porque será seguramente menos traumático para todos. Y si decides hacerlo tú sola, cárgate de
paciencia y asume que va a ser difícil, pero que se
pasará, os adaptaréis todos a la nueva situación.
Yo
salí de la habitación. Habiendo pasado una semana fuera hice un
intento de volver y fue un
retroceso. La primera noche no se dio cuenta de que estaba porque estaba al otro extremo de él. Sin embargo, la segunda noche me acosté antes que mi pareja y cuando se despertó la primera vez fui lo primero que vio y volvimos a las andadas.
Volví a salir de la habitación. Pusimos una cama en la habitación del peque y me trasladé allí. Y para evitar que volviera a ocurrir un retroceso y de paso descansar yo mejor para
reponerme del bache emocional y físico por el que estaba pasando, decidimos quedarme otra temporada allí. Ciertamente había
noches mejores y peores. Alguna incluso se despertó sólo una vez en toda la noche. Otras veces, 5 despertares. Pero no llegaban a ser de la duración de antes cuando era yo la que le atendía. Solía calmarse antes con su padre porque sabía lo que había.
Y no había teta.
Pasaron algunas semanas, diría que unas
3 semanas en total. A nosotros nos apetecía
volver a dormir juntos, como pareja. Pero no queríamos trasladar al peque. Aún
nos gusta dormir con él y disfrutamos mucho con sus despertares matutinos, cuando nos abraza, nos sonríe, nos habla en su idioma. Y la idea de que fuera la única solución a medio plazo nos llenaba de tristeza. Queríamos seguir durmiendo los tres juntos. Pero desde luego, la idea de dormir yo en otra habitación, no era algo que quisiéramos mantener mucho más tiempo. Como algo provisional, sí, pero, ¿
qué solución veíamos a medio plazo? ¿Y si al volver yo a la habitación volvíamos a la misma situación?
Pero para saber si la situación avanzaba o no, había que
comprobarlo. Así que volví a la habitación, con un poco de tensión. Juntamos la cama de la otra habitación con la nuestra y tenemos
mucho espacio (tenemos los somieres sin patas, a la altura del suelo). Empecé con
miedo... no quería volver a sentir de nuevo que no había manera de que la situación avanzara. Intentando no acostarme yo antes que mi pareja para que cuando se despertara siguiera atendiéndolo él y yo colocarme al otro extremo de la cama.
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Esta no soy yo, es una imagen cortesía de FreeDigitalPhotos |
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Cada noche iba siendo más relajada y el peque ya se dio cuenta de que
estaba yo también en la cama. Y si quería que lo atendiera yo, saltaba a su padre y
venía a mi cobijo. Pero ya
sin pedir teta, sólo abrazo. O se me tumbaba encima para tener contacto completo. O se me
acurrucaba en el ala y se relajaba.
Llevamos unos 10 días y parece que vamos bien.
Se calma bien sin teta, se ha acostumbrado a que por la noche no hay teta y la pide cuando se levanta por la mañana y ahí sí que le doy. Le doy
al dormirse y al levantarse y estamos los dos encantados y
llenos de amor. Ya no supone un obstáculo para nuestra relación mamá- bebé y tampoco para la relación de pareja. Y podemos seguir durmiendo todos juntos, como deseábamos.
Así que
estoy feliz cual perdiz. Estoy descansando bien, puedo dedicar tiempo a mis asuntos personales y a mi emprendimiento, porque tengo energía puesto que he dormido. Por las tardes estamos felices de pasar tiempo juntos, nos reímos y hacemos el tonto. Por la noche
disfruto cuando me abraza y se calma acurrucado junto a mí. Y seguimos disfrutando de sus
despertares matutinos llenos de humor y amor.
Como ves, s
e puede destetar por la noche, sin que suponga mucho trauma para ninguno y seguir colechando. Con lo que me ha costado tomar la decisión y lo bien que nos ha funcionado.
¿Te ha ocurrido algo parecido? ¿Estás pensando en destetar? Comparte tu experiencia en los comentarios, ya sabes que me anima saber que me lees :-)
Feliz juernes (sí, esa manera de colapsar el jueves y el viernes),
Gala